Oh, vector indeciso, cuando el campo recompone
su magnitud en ausencia de dirección,
despierta ensayos innúmeros en la termodinámica
de una asíntota de luz pura que reposa en el deseo,
y, arrítmico, acumula en el deshielo
espirales que giran entre astros inertes;
naves equidistantes, núcleos de ADN replican su cadencia
a la deriva sobre el vértigo del umbral,
rehaciéndose en protones, sobre el espectro fonético
del dolor en materia radiante, en la nada sonora.
Sombra tridimensional, estatua de lo inasible,
cuando la regla gira con lentitud sagrada
y las ondas se arquean con meridianos del alba,
rozando los bordes celestes del instrumento,
calibrar y calibrar la combustión límbica en reposo
hasta que el alba rompa los diagramas del crepúsculo.
Ivette Mendoza Fajardo
Poema 2-El cólico renal ausculta
De crepúsculo a crepúsculo, más enfermo parecía
en la glucemia incolora, en las plaquetas del diazepam,
nacimiento pigmentado lastima el metabolismo
de la hoguera antidepresiva.
Y una enzima de sombra
reordena la tangente del sueño.
Muchas y muchas veces,
desde este vitro de infertilidad hipotética, hervor ventricular,
con qué el cólico renal ausculta el contorno de los pies
del día, la biopsia de un instante,
con qué bisturí afanoso, con qué marcador tumoral,
la cesárea de la locución,
el peritoneo del dedo,
el pecho en su miocardio selectivo.
Ivette Mendoza Fajardo