A lo largo
de mi vida
he aprendido
que un abrazo a veces
no siempre suele evocar
una bienvenida,
sino que también en ocasiones puede evocar
el comienzo de un adiós,
que uno no puede
andar por ahí
con el corazón en la mano
tocando puertas,
ni mucho menos
puede uno
obligar
al amor a atarse a nuestros talones.
He aprendido también
que un beso a veces
no significa que hay amor,
porque también pueden darse en un acto desesperado por buscarlo.
He aprendido también
que no siempre una compañía
te puede asegurar paz
o seguridad,
ni mucho menos
te va a sacar del lío que hay en tu
corazón.
Y por último,
he aprendido que las lágrimas
a veces suelen funcionar
como una ventana abierta del alma
donde él puede mostrarse vulnerable