Si soy de tus encantos prisionero,
y sueño con fervor estar contigo:
¿Tendré que resignarme a ser mendigo
que implora por tu amor, que tanto espero?
¿Me debo convertir en prisionero
pidiéndote por Dios venir conmigo,
poniéndote a los cielos de testigo
que mi alma te venera con esmero?
Tu beso de pasión, que tanto quiero,
negármelo sería cruel castigo;
sabiendo que por tí, de pena muero,
y loco de ilusión, febril persigo
tu seas de mi vida su sendero;
¡y seas de mi anhelo dulce abrigo!
Autor: Aníbal Rodríguez.