En el crujido de la nieve,
observo a unos ojos que me miran un instante,
de un modo vulnerable,
y al doblar la esquina vuelven a mirarme...
El mundo se me detiene,
y este poema queda escrito a la intemperie,
de un rostro que huye,
por donde el viento corre a refugiarse...
Cual campo sin flores, me quedé muy triste,
sin su mirada indefinible,
y la luna es una cara oculta en la medianoche...
su presencia ya no existe...
Fueron ojos sin remite,
que al igual que el tiempo me dejaron nieve,
y ahora con pena insondable,
aseguro que no viviré si no es para buscarte...