Stephen D\'Avendagno

Cansancio

Se me han agotado las ganas de vivir.

 

Se me fueron entre los insípidos problemas de mi familia

y la larga procesión de facturas cada mes.

 

Se extinguió la llama eterna de mi corazón.

La vida carece de sentido desde hace años;

estoy desprovisto de propósito.

 

¡Cómo anhelo la ingenua capacidad de ser feliz de mi infancia!

El corazón lleno, mamá luchando por llegar a fin de mes,

mi progenitor secuestrado por la guerrilla,

mi padre batallando por lo que habría de destruir después.

La soledad diaria de un niño y sus juguetes.

 

Tiemblan mis manos.

Las palabras me han abandonado.

La poesía, ahora, se siente como un cruel latigazo:

ya no es un desahogo liviano,

sino un espejo implacable,

uno donde las cicatrices son protagonistas

y del que no puedo huir.