Sierdi

SIN AVIDEZ

 

Al mirar…

Sus gallardos, pardos, labios, nardos. La quería.

Alígeros, como dos raudos gorriones paseantes.

Errantes y ariscos. Tan testarudos, siempre distantes.

 

Paradójicamente, un absurdo, vislumbrarlos de cerca.

Y de lejos improbable.

 

Una tarde, en un tiempo y más de medio tiempo,

sus labios, se sintieron vacíos y olvidados, sin alardes.

Vertieron, asomos y ribetes de efluvios enamorados.

Partieron como lebreles, febriles en celo hacia mí.

 

Un diluvio de besos, caían como hielo.

El albor de su blanda, alba, dulce piel,

fue una penca, un azote, un hostigue.

 

Es mejor, perder despojado, sin laurel.

Que recibir gratuitamente, la victoria.

Sus dulces besos, ya no me endulzaron.