Dame el permiso de habitar tus brazos, ser el silencio que escolta tu latir, y encontrar calma en cada uno de tus pasos, mientras mi propia esencia aprende a existir.
No te pido ser el faro, sino el oído, el fiel testigo de tu gozo y tu pesar; Quiero ser el lugar donde lo que has vivido puedas por fin, sin reservas, entregar.
Abrigaré tu cuerpo para acallar la pena, te buscaré en el fondo de tu propia luz, y al entregar mi boca, mi alma te ordena que llevaré tu cuidado como mi única cruz.
Sé que te acompaña el miedo a sentir y el dolor, pero mi único propósito es tu sanación. Permite que mi amor sea tu primer curador, y la razón verdadera de tu celebración.