Sofia_garza.o

Cuando la vida empieza a despedirse despacio

Hay un momento en la vida

en el que todo parece detenerse.

El tiempo ya no avanza igual:

se vuelve suave, lento,

como si tuviera miedo de seguir.

 

Empiezas a mirar distinto las cosas,

a oler más despacio el café,

a escuchar cómo respira la casa.

Todo adquiere un peso sagrado.

 

Ya no hay prisa por llegar a ninguna parte.

Solo queda el deseo de estar,

de sostener lo que aún respira,

aunque sepas que algo —alguien—

se está yendo poquito a poco.

 

Y duele, sí,

pero también hay una ternura profunda

en ver cómo la vida sigue floreciendo

incluso entre los escombros de la pérdida.

 

Quizás crecer sea eso:

aprender a amar sabiendo que un día todo se acaba.

Seguir dando las gracias aunque tiemble la voz.

Guardar en el corazón lo que ya no se puede tocar.

 

Y entender, al final,

que nada se va del todo,

porque lo que amamos de verdad

no desaparece:

solo cambia de forma

y nos acompaña de otra manera