En un mundo ruidoso, de pasos apurados,
viven almas sensibles, de sueños delicados.
Escuchan lo que el viento susurra en su danza,
y hallan en lo simple un eco de esperanza.
Perciben lo invisible, lo leve, lo callado,
un gesto, una mirada, un silencio encantado.
Su corazón vibra con cada emoción,
porque sienten la vida con pura devoción.
Una nota triste puede hacerlas llorar,
una risa sincera las puede iluminar.
Aman con hondura, sin miedo ni prisa,
hallan en lo pequeño la mayor sonrisa.
Son espejos del alma, refugio y ternura,
que en lo efímero encuentran eterna hermosura.
Llevan la luz y el dolor en igual armonía,
y hacen del presente su mejor poesía.