El amor, dulce veneno, cruel paradoja,
nos eleva al cielo, y luego nos arroja.
Nos muestra el paraíso, de un mundo ideal,
y en un instante, nos hunde en el abismo fatal.
¿Por qué es tan cruel, este sentimiento?
Que nos llena de dicha, y luego de lamento.
¿Por qué nos hace creer, en la eternidad,
y luego nos abandona, en la más fría soledad?
Quizás sea porque el amor, es un juego de azar,
donde apostamos todo, sin poder ganar.
Y cuando perdemos, nos duele el corazón,
y sentimos que la vida, nos roba la razón.
O quizás sea porque el amor, es una prueba divina,
que nos enseña a crecer, y a ser mejor persona, vecina.
Para aprender a amar, de forma incondicional,
y no esperar nada a cambio, ni un final celestial.
Pero lo cierto es que el amor, es un enigma profundo,
que nos atrapa, nos seduce, y nos deja en segundo.
Y aunque a veces nos hiera, y nos haga llorar,
no podemos vivir sin él, ni dejar de amar.
Porque el amor es la fuerza, que mueve el mundo,
la llama que nos guía, en este viaje rotundo.
Y aunque sea cruel, y nos haga caer,
siempre nos levantaremos, para volver a creer.