Santísimo

Quiere que la diga algo bonito

¿Que te diga algo bonito?

Eso no funciona así

—la digo con un enfado—

 

Pues dime cómo lo haces, chico.

¿Es qué tiene que salir?

—siguió con lento pasmo—

 

Pues sí, es eso, no es forzado.

Cualquier otra cosa es cursilería.

—asentí seguro, sin saber que dije—

 

Ah, pues yo pensaba que era impostado,

¿seguro de eso? ¿No serán tonterías?

—asintió segura, sin saber que dijo—

 

De acuerdo, ¿quieres algo bonito?

Te podría decir sobre la esquina que une tus labios 

como el caldero del arcoiris

que me serviría para vivir,

para construir allí un refugio 

fuera de lo ajeno, donde conozca todo.

Te comentaría sobre la foto de tu sonrisa

que podría utilizar como bombilla 

en la lámpara de mi salón 

para qué diese luz.

O no sé...

Sobre el imán dentro de tus ojos,

bueno sobre eso no,

si no me atrevo a mirarlo

tampoco a hablarlo,

no vaya a ser que me atraiga demasiado.

—dije—

 

¿Eso fue forzado? —preguntó—

No —respondí—

¿Esa fue tú opinión de mí? —titubeó—

Creo que sí —titubeé—