La Hechicera de las Letras

Duelo la sonata del final.

Duelo la sonata del final.

 

I  
Bajo la luna el mármol se revuelve,
su aura afina notas sin partitura;
el aire aúlla, el tiempo se disuelve,
la noche conspira su arquitectura.
Un paso torpe —oscura despedida—,
rompe la voz que llama a otra vida.


II  
Los huesos piensan, vuelven a su oficio,
modelan gestos con su vieja ciencia;
la carne, dócil, paga el sacrificio,
y el alma duda, juega a la conciencia.
La fosa es cuna, espejo y madriguera,
del que fingió presumir luz artera.


III  
Hay quien trafica flores en la esquina,
y pone precio al polvo y las fotos;
vende consuelo en dosis que adivina,
para adornar destinos siempre rotos.
El quebranto es arte —crudo y rentable—,
mientras el muerto posa, respetable.


IV  
Allí se exhibe el bate, sin discurso,
su mente ahora es templo del gusano;
el dios que invocó perdió su recurso,
miserable muere al borde el humano.
En su silencio, lúcido y profundo,
reposa el más honesto de su mundo.


V  
Los vivos beben, ríen por costumbre,
celebran su moral en los banquetes;
ignoran que su fe, es fatal herrumbre,
corroe el alma igual que los billetes.
La muerte observa, lúgubre y consciente,
contando brindis con gesto indecente.


VI  
Y al fin, la luna, exhausta y desgajada,
el golpe del mármol sin indulgencia
cesa la sonata, impura y quebrada,
sin redención, sin prisa, sin decencia.
Solo el silencio, lúcido y mordaz,
firma el acto… y jamás habrá solaz.

 

 

La Hechicera de las Letras.