Hektor Bressot

baila, felicidad.

 

 

¡Ay, divina, 

que su risa

llega de lejos!

 

¡Ay, tú,

que usas brillos

sin entender

que estás compuesta de ellos!

 

Tiempo pasó,

y sigue tu ritmo

aliviando mi tristeza.

 

¿Cómo lo haces?

El revivirme 

cuando vengo de trechos espinosos.

 

El aire se unió a tu vaivén;

hasta él no pudo resistir tu encanto.

 

Aún así, tu quebranto

marcha contigo.

¿Cuál es tu tormento,

llena de vida?

 

Dices dejar el baile

el día en que tus pies no respondan.

 

No llores,

verás que sin ellos

también podrás seguir bailando.

 

Ni el hilo del destino

ha podido controlar

la sintonía de tu alegría.

Jamás lo hará.

 

Sonríe…

Si no puedes, está bien,

yo lo haré por ti, si deseas.

 

Sé que somos 

caminos distintos,

pero donde esté,

siempre sabrás cuándo el deleite me alcanza.

 

Nuestras vidas,

sin cercanía,

estarán abrazadas

de alguna forma.

 

Baila, felicidad.

En risa…

sigue bailando.

En las voces…

 

En nuestro corazón.