¡Ay, divina,
que su risa
llega de lejos!
¡Ay, tú,
que usas brillos
sin entender
que estás compuesta de ellos!
Tiempo pasó,
y sigue tu ritmo
aliviando mi tristeza.
¿Cómo lo haces?
El revivirme
cuando vengo de trechos espinosos.
El aire se unió a tu vaivén;
hasta él no pudo resistir tu encanto.
Aún así, tu quebranto
marcha contigo.
¿Cuál es tu tormento,
llena de vida?
Dices dejar el baile
el día en que tus pies no respondan.
No llores,
verás que sin ellos
también podrás seguir bailando.
Ni el hilo del destino
ha podido controlar
la sintonía de tu alegría.
Jamás lo hará.
Sonríe…
Si no puedes, está bien,
yo lo haré por ti, si deseas.
Sé que somos
caminos distintos,
pero donde esté,
siempre sabrás cuándo el deleite me alcanza.
Nuestras vidas,
sin cercanía,
estarán abrazadas
de alguna forma.
Baila, felicidad.
En risa…
sigue bailando.
En las voces…
En nuestro corazón.