Mis dientes ahora son francos,
sus máscaras se cayeron,
antifaces que los presionaban,
los embellecían y se tenían que mostrar,
era la ley.
Sentían obligación en sus encías,
como si al ocultarse hubiese una gran condena,
una extirpación de su esmalte,
lo único que les quedaba.
El reloj avanzó, ahora son sinceros,
inevitablemente quieren salir a la luz,
tomar sol,
porque ya nadie los obliga,
solo quieren ser libres.
De su guarida salen, de a poco,
por unos nervios inexplicables,
sienten caos en las muelas,
sangre, pero de amor,
lo expresan plegando mis mejillas,
casi todos los días.
Me di cuenta de que en realidad,
mis dientes no quieren tomar sol.
Te quieren a vos.