Leoness

A la Sombra de tu Olvido

Compañera de mi alma, 

faro en la niebla de un tiempo

 que ahora se me antoja fugaz.

¿Cómo es posible amar tanto y no saberlo, 

hasta que un ladrón de rostros y de ayer

se ha posado en tu mente, 

con el nombre helado de Alzheimer?

 

Fueron años de sol y sombra compartida, 

de dicha que por cotidiana,

la di por sentado, como el aire que se respira.

¡Y ahora, el peso de esa ceguera me dobla!

 

No vi la inmensidad de tu amor en cada gesto,

la paciencia infinita con que abrazaste mis fallos,

el remanso de paz que siempre fuiste, 

a salvo de mi prisa y mi torpeza.

 

Me amaste sin pedir la cuenta, 

y yo te pagué con una felicidad distraída.

 

Ahora te veo, y no me ves a mí,

sino a una sombra amable o un extraño familiar.

 

Has alzado un muro de cristal, 

donde yo, de este lado,

golpeo con mis manos llenas 

de un amor tardío y desgarrador.

Pero detrás de ese velo de niebla, sé que estás,

aquella joven que me deslumbró, 

la mujer que me sostuvo,

la única estrella de mi firmamento.

 

Y grito en el silencio, 

para que mi voz rompa el olvido:

\"¡Gracias por tanto amor inmerecido, 

gracias por tu vida entregada!\"

 

Ahora, que el asesino arrebata tus recuerdos,

yo, con mis recuerdos intactos,

te juro que te amaré por los dos.

Te seré memoria, 

te seré el ancla al mundo que se te escapa.

 

Y aunque ya no sepas mi nombre, 

ni el calor de mis caricias de antes,

cada día te ofrezco el amor que debí proclamar a diario.

 

Mi vida es ahora un testamento a tu nobleza y tu aguante.

Descansa mi amada, mi compañera fiel.

Tu dolor es mi penitencia, 

tu ausencia es mi eterna pena.

Te amo, hasta donde el tiempo ya no existe.

 

Y ese amor, que aprendí a gritar tarde, 

es lo único que el intruso no podrá robarme jamás.