Diego Ascanio

El ceño fruncido

Las líneas de mi rostro se agudizan

 

Mis ojos, antes vigorosos, perdieron fuerza

 

Ya no me reconozco en tantas cosas

 

Esta frente fruncida lo confirma

 

 

 

El mal genio no habita en mí, como se supone

 

No soy un tipo interesante porque guarda silencios

 

La gente se sorprende con muy poco

 

Si supieran que no sé cómo he llegado “tan lejos”

 

 

 

Ahora transito más despacio, no hay afán para la muerte

 

He mutado para sobrevivir; un poco de mí en cada armazón

 

Trato de recuperar esa ausencia, pero pierdo cada vez

 

 

Deambulo por una ciudad que no espera

 

 

 

En esta casa, fantasmas de otra gente me hablan

 

Susurran cosas que no entiendo

 

El alma de la gente confía demasiado

 

Si supieran que estoy igual que ellos            

 

 

 

No comprendo mi mente, hay estados de mucha lucidez

 

Pero de pronto la nostalgia me atraviesa y miro por la ventana

 

Escribo palabras al azar que me azotan con fuerza las fibras

 

y mi corazón no logra descifrar la reyerta

 

 

 

Estoy lleno de silencio

 

Y el mundo desbordado de palabras

 

Hay millones de ceños fruncidos en esta ciudad de caos:

otro más no significa nada

 

¿acaso alguien lo entiende?