Sierdi

NO TEMAS

 

 

El bullicio, silencioso de su tumba,

llegaba desde un oculto bosque.

Este, albergaba, un secreto tácito.

Un verdadero, quitasol de muerte.

 

Valeroso giré, al dar el primer paso.

Sin mirar atrás, corrí, como nunca.

Y me topé de frente su viscosa voz;

El bullicio silencioso de su tumba.

 

Caí, en un socavón tan putrefacto,

tan cáustico, légamo, agridulce.

Toqué, una mano sin membranas.

Que me soltó, una rosa roja, sana.

 

Al mirar su desierta fisionomía.

Su cráneo, reventó en mi cara.

Entre gritos y baladros, saboreé.

Caté, que fue un buen hombre.

 

Tengo miedo, ¿Tú no?