Entraron galopando,
como suelen hacerlo los miedos,
rompiendo todo a su paso,
derribando el pasado,
tirando con deseo.
Entraron demandando,
explicaciones y nuevos espacios,
pasiones de puerta cerrada,
devaneos de ventana abierta,
en nuestro absurdo no se rompió nada…
ni siquiera los platos de la abuela, pero hay que acomodarlos.