No se rinde al este el sueño
porque cada sorbo ilusiona
porque cada instante presiona;
su gran talante no es pequeño.
No desfallece porque es dueño,
del ímpetu heredado ciego,
de sangre mestiza y su ego
alto y férreo por su empeño.
No se corta el delgado hilo
porque es de fuerza de acero
es bajo cero sin desespero;
es de piel de oro kilo a kilo.
No pierde nunca la compostura
porque de los mares, las arenas,
nació en soles y noches serenas
lleva puesta su investidura.