Nada estuvo premeditado,
ni tu ni yo lo habíamos imaginado,
nuestro encuentro fue casual,
una coincidencia planificada…
por los duendes del destino.
Tú te perteneces a otro mundo,
tan distante y diferente al mío,
tu tan lejana a mis ideas,
y yo tan inoportuno si me comparo contigo.
Pero en esa inmensa probabilidad de casualidades…
te atravesaste en mi camino…
y yo, deslumbrado por tus ojos…
me vi seducido de tus hechizos…
y provocaste un exceso de mis antojos.
Como no fijarme en tu apariencia,
como no rendirme a tu hermosura,
si tu sola presencia …arremete a mi cordura…
y la expone a lidiar con la paranoia.
Tu imagen majestuosa…de divina estampa,
tu elegante aspecto…de dama refinada,
con tu traicionera sonrisa de diva apasionante,
y yo, obediente…entregado a tu figura exuberante…
toda tentadora y seductora…
a punto de alocarme de deseo.
Tu blanca piel, purísimo lienzo para mis besos vehementes,
tus pechos de miel…fuente de placer para mis excesos,
tus caderas y vientre para acampar mis amaneceres,
y tu centro de gozo…vertiente de máxima excitación…
mi sagrado alimento de pasión y delirio…
hasta la rendición…derrotado en lo exhausto.
Nada estuvo premeditado,
ni tu ni yo lo habíamos imaginado,
nuestro encuentro fue casual…
una coincidencia tal vez planificada…
por los duendes del destino.
Pero Tú te perteneces a otro mundo,
tan distante y diferente al mío,
tu tan lejana a mis ideas,
y yo tan inoportuno si me comparo contigo.
Y entonces, de ser así resulta lógico…
que, así como llegaste a perturbar mi mundo,
así te hayas marchado…sin dejar rastro…
sin un mínimo de compasión ni clemencia.
Solo desapareciste…como si no hubieses existido nunca.