La he visto llegar e irse
en distintos rostros y almas.
La he sentido tocar mi pecho y mi cuello.
Creo haber hecho lo mismo en mis días más felices.
Sí, era ella. 
Con su único sentido de existencia
Pero ayer volvió con su verdadero rostro
El más diáfano y hermoso del cual me pude enamorar
Sí, era ella, la muerte, la más regia de todas
Solo ella y yo caminando de la mano al calvario llamado desamor.