Al sabio le pedí que en su nobleza,
su edificante luz me fuese dada,
y en mí su voz fue haciendo mella a cada
palabra desbrozada de maleza.
Más tarde, al necio, en acto de torpeza,
confié la construcción de mi morada,
y al cabo de tenerla terminada,
se me cayó la casa en la cabeza.
A base de teórica, el bagaje
que el sabio deja en mi conocimiento,
no es poco a estas alturas del rodaje.
No obstante, las lecciones del jumento
han sido mi mejor aprendizaje,
pues no hay mayor lección que el escarmiento.