Ineptitud abrasan mis glóbulos blancos
para dañar al que amor me ha otorgado;
yo que, al dar amor fui fracturado,
osé tensar la flecha que a ese corazón
he arrancado, entera y a cachos.
Mis labios reposaron sus colinas
buscando encima de ellas otra cintura.
Mis cortinas se abrían y cerraban,
pero las luces nunca iluminaban
a la que, dos diciembres atrás,
selló en mi corazón su atadura.
Hoy esa nueva mujer quiso
diluir aquel amor,
aunque sentí su desespero por
arrancarme mis labios llenos de fuego
se encontró que de raíz a punta
en mí solo corroen labios ajenos
cenizas del pasado.