La negra Filomena vive en la ribera
vende dulces, flores y un poco de amor
lleva en la cintura una enredadera
que perfuma el aire con su sudor.
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Tiene los ojos como café tinto
y en los labios brilla miel del zarzal
nadie la resiste si guiña distinto
nadie la recuerda sin un suspirar.
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Cuando cae la tarde sobre los bohíos
y se oyen los grillos en el manglar
ella va bailando por los callejones
con bata de luna y paso ritual.
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Los hombres del puerto le pagan sonrisa
los viejos le piden que vuelva a cantar
y el cura del barrio, cuando la divisa
reza tres padres nuestros sin mirar.
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Pero un tal Zulian, mulato de oficio
dejó la faena y el puesto del astillar,
dizque por los ojos de la Filomena,
que en el patio viejo lo fue a embrujar.
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Negra, dame un beso, aunque sea de juego
le dijo temblando junto al fogón
y ella, con un gesto de reina y de fuego
lo hizo su esclavo de su gran pasión.
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Desde aquella noche no hubo domingo
sin que el tamborero lo oyera gritar:
¡Filomena, negra, dame tu cariño,
que sin tu cintura no puedo andar!
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Más vino un marino de acento extranjero
rubio y galante, como un carnaval
que al verla danzando, con cuerpo de acero
juró que esa hembra lo haría pecar.
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Se armó el alboroto, se oyó la botella
rodó la mesa del bodegón
Filomena en medio, tan pura y tan bella
parecía un ángel de perdición.
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Zulian cayó herido, sangrando en la esquina
el gringo escapó sin saber rezar
Filomena llora, su llanto adivina
que el amor del pobre no vuelve a estar.
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Hoy, cuando la brisa llega del estero
dicen los marinos al recordar:
Hay una morena junto al madero
que baila con sombras frente a la mar.
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Y si oyes un canto dulce y doliente
cuando el viento sopla desde el zarzal
es la negra Filomena bien presente
buscando a su amante bajo el coral!
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2025 ElidethAbreu — En proceso de revisar y registrar.
(Poema de estilo criollo, rítmico y narrativo. Mezcla de cadencia caribeña, drama y alma popular)