Leonel perez

El vértigo y la brújula

Qué sensación tan extraña... al no ocupar tus días con la distracción del trabajo y la compañía de la gente, el tiempo, que para los filósofos es inexistente, se te hace complejo de ignorar. Ya no tienes esa juventud despreocupada, y, al contrario, todo te preocupa.

​Te da miedo proyectar el esfuerzo que debes aplicar para salir adelante. A veces piensas que vivir dormido te libra de tanto dolor, pero la realidad es que hace mucho tiempo despertaste de esa inexistencia y hasta ahora has sido valiente; no te ha quedado de otra.

​Nunca identificaste que cada evento que transitaste conllevó algo que debías aprender. Ahora buscas la razón y el para qué de lo que sucede, y te orientas a aprovechar esta caída para obtener ese conocimiento que la vida te quiere transmitir.

​Tu alma, contaminada de cortisol, debe paralizarse o actuar, no huir. No puedes escapar de ti mismo. Toca reinventar propósitos, cambiar y adaptarte, abanderar la resiliencia y vencer el dolor de sentirte perdido, para cambiar el juego a tu favor.

​Tu ruta para este nuevo nivel que enfrentas inicia en la aceptación, en entender que ya está pasando y que no hay vuelta atrás. Tienes que empezar no desde el principio, sino desde este final.

​Agradece estar despierto, ya que por eso puedes buscar lo bueno en todo esto. Confía, al entender que nada controlas, y cree que algo más poderoso quiere que sigas adelante, no con los mismos errores, quizás con otros errores. Fallando es que puedes corregir y lograr esa perfección.

​Vibrar en amor y en sonrisa: primero debes quererte para poder atraer lo bello y gratificante hacia ti. Y si el tiempo, inexistente, persiste en estar mal, pues buena cara le pondrás, con una gran sonrisa.

​Finalmente, el perdón, porque no hay otro culpable. Vuélvete tu héroe o tu salvador.