Que tu locura sea mi calma,
el complemento que haga arder el mundo
y que fundidos en un beso, podamos volar
y nos volvamos infinitos.
Que el mundo incierto se aglomere,
a contemplar el eclipse,
el equilibrio de la luz y de la sombra,
amalgamados en el horizonte.
El mar de tu mirada inunda los caminos,
mi balsa improvisada se resiste a naufragar;
intrépido navego hacia tus ojos,
Pasando por tu boca, que susurra “un poco más”.
Esos ébanos gigantes y lejanos,
son la guía y la esperanza,
puerto seguro en alta mar,
ellos me han de salvar.
El tenerlos frente,
dará regocijo al alma,
que implora en sus plegarias,
no tener que buscar más.
Si contrario a la súplica,
Fuera ese el final,
llegar hasta tu puerta,
será espectacular.