Protesto,
porque el amor ya no se dice con alma,
sino con dedos que deslizan y borran promesas.
Porque el beso se vende,
y el abrazo se alquila por miedo a sentir.
Protesto contra el engaño,
esa máscara que aprendimos a usar
como si la verdad fuera un lujo
y la mentira un uniforme obligatorio.
Protesto contra la vida
que corre sin mirar atrás,
contra el reloj que nos cobra los sueños,
contra los hombres que olvidan llorar.
Protesto contra la muerte,
esa ladrona silenciosa
que no pide permiso ni disculpa,
que arranca flores y deja preguntas.
Protesto contra la delincuencia,
no solo la de las calles,
sino la que se sienta en oficinas
y firma el hambre con un bolígrafo.
Protesto también por lo bueno,
porque lo bueno se calla,
porque el amor puro se esconde
como si ser noble fuera peligroso.
Protesto porque soy humano,
porque aún me duele lo injusto,
porque aún creo que un verso
puede levantar al mundo.
© Corazón Bardo