¿Y si debo navegar
sobre mis propias corrientes?
Estaba enamorado y feliz;
de repente, perdí la felicidad
y, en el trayecto, también dejé de amar.
Cada vez…
el dolor de mi alma
aprieta más mi mente.
Y entre todo el estruendo del mundo,
fue en solo unas mareas
donde sentí que no me ahogaba.
La creatividad que creo tener
solo se estanca
en cúmulos de lágrimas retenidas.
Y aquí, el que siempre
decía maravillas del caminar,
ahora soy:
una estática vacía
de conciencia errante.
Esta es la miseria
de sentir tanto.
No sé qué tormentas
esperar después;
primero espero lidiar con las intensas
que se forman en mi norte.
Hasta ese entonces,
veré si deseo continuar.