Invitas a un hombre, lo mirás
No estás en su mirada,
Ningún registro de vos
En esos ojos que ves.
Ni en estos,
Ni en sus ojos futuros.
Sirve el vino
Y alguien se despierta,
Ya no brinda.
En este encuentro sin memoria,
Nace un olvido
En su par desencuentro,
Un adiós inexistente e innecesario.
Un primer trago, tan frutado como frustrado,
te recorre;
Y ya estás bebiendo lo que pudo haber sido.