Yo pensaba adorarte
como a Dios se le adora
para siempre entregarte
mi pasión soñadora.
Siempre supe mirarte
como miro la aurora,
para alegre brindarte
tierna luz bienhechora.
No alcancé poseerte
ni gozar tu hermosura;
pero siento que al verte
nuevamente fulgura
ese afán de tenerte
para darte ternura.
Autor: Aníbal Rodríguez.