YO, LADRÓN DE SOMBRAS
Wcelogan
Yo, ladrón de sombras,
yo, que he bebido de cazuelas de lata y de la mugre vieja,
que he dormido con perros y reído con fantasmas,
yo, que no sé de lealtad ni consuelo,
declaro: he sobrevivido a mi propia desgracia.
He vendido mis lágrimas a las ratas,
he regalado besos a brujas sin dientes,
he hecho del hambre mi oración,
del viento, mi confidente más sincero,
de la miseria, mi hogar.
He robado la paciencia de los santos,
he insultado a los ángeles que pasaban de largo,
he hecho casa en portales donde los gatos ríen,
donde el barro se mezcla con el aliento de la noche.
He vendido mi sombra a cualquier muchacho curioso,
he cortado el pan de los pobres y lo he ofrecido a la luna,
he sentido la vergüenza como un lujo innecesario,
y me he reído de mí mismo hasta dolerme la mandíbula.
Mañana dirán que fui un pecador notable,
pero yo sé que fui solo un hombre que aprendió
a bailar con su miseria,
a brindar con los vasos rotos del mundo,
a sobrevivir con las manos vacías.
He vivido entre ladrones y estafadores que colman halagos,
he besado la ruina y festejado con su sangre,
he hecho promesas a la nada,
y la nada, fiel, me las devolvió.
He confiado mis secretos a las ratas,
y las ratas los olvidaron.
Mañana los niños me temerán,
los viejos me maldecirán, los borrachos recordarán mi risa,
y yo, indigente de esquina, sucio, hinchado y tembloroso,
me colgaré del último pensamiento que me queda,
como un farol cansado de iluminar el mundo.
Mi tumba será hollín y aullidos de perros,
mis huesos, juguete de amantes y mendigos,
y mi nombre, el fruto podrido que caerá
sobre el jardín donde crecieron todos mis errores.
Que me celebren o me olviden, tanto da.
Yo ya he vivido y muerto mil veces,
y mientras los vivos juegan a la virtud,
yo me río con los demonios de mis actos,
yo me río con los demonios de mi sombra,
porque la verdad —cruda, desnuda y feroz—
es que nadie ha amado la ruina tanto como yo,
nadie ha amado la ruina tanto como yo.