En el umbral de la conciencia, donde el ego se desvanece,
un poder superior se revela, sin forma ni nombre.
Como \"teotl\" o \"Hunab Ku\", principio fundamental,
permanece intemporal, más allá del tiempo y el espacio.
En el silencio, la verdad se despliega,
una red de conexiones que todo lo abarca.
La dualidad se disuelve, y en la unidad nos encontramos,
sin fronteras ni límites, en perfecta armonía.
En este estado, el yo falso se desvanece,
y la verdadera naturaleza se revela, sin velos.
La vida fluye sin resistencia, como un río que se entrega,
al océano de la existencia, sin fin ni principio.
En este poder superior, nos encontramos a nosotros mismos,
sin la carga del ego, sin la máscara que nos define.
Somos la esencia, la fuente, el principio y el fin,
en perfecta unión con todo lo que es.