No te lamentes ahora porque aquí
en casa aunque pobrecito no te faltaba
el pan y tu no soportabas mi humildad,
que querías algo más simplemente te
decía: aguanta un poquito que mi Dios
nos va a bendecir con algo suculento.
Como te ofrecieron de todo ,acabaste
por irte, hoy no tengo mucho, pero tengo
una vida feliz porque duermo tiernamente
y bendecido de Dios en mi sencilléz.
Lo bonito es que mi trabajo siempre
ahí para una cena y buen desayuno
que disfruto en libertad.