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Todavía recuerdo esos días de soledad
cuando me abrazabas sin más
esperando que te acompañe por toda la eternidad.
Llévame, arrástrame, no lo dudes más
persígueme hasta fin de los tiempos
escóndete en los rincones donde mejor me puedas observar.
Hazlo, no solo en oscuridad
a plena luz del día con una sonrisa
quiero que a lo lejos me puedas saludar
para venir corriendo hacia mí
y de un violento abrazo poderme tumbar.
Y quizás del firme abrazo
de nuevo compartir tu soledad
como en los antiguos tiempos
antes de que la cruel muerte nos lograra separar.
Cuando compartíamos una misma realidad
no como el ahora intangible, irreal.
Por ese cariñoso abrazo espectral
te confieso que fue difícil recordar
porque creí que jamás nos volveríamos a encontrar.
Pero tu rastro pude hallar
y tu presencia invocar
abrázame, y olvidemos la eterna soledad.
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