De un día para el otro,
creí que me amabas como yo te amo,
pero al parecer, solo era por un rato.
¿Por qué?
Un día me alegras... y al otro te alejas.
Aun así, te seguiría como abeja a su reina,
sin importar nada,
aunque tenga que cruzar cielo, mar o pradera,
yo estaría junto a ti una vida entera.
Pero después de todo,
no importa cuánto haga por ti,
al final sé que tu corazón
no está reservado para mí.
Un día estás... y al otro te vas,
dejándome dolido una vez más.
Con ansias, espero constancia:
que no haya un día frío y otro abrasador,
sino una eterna primavera para los dos.
Porque mi corazón, aún esperanzado,
sueña con ese día tan anhelado.