Poesía Herética

Abrojos

 

Para quien ha amado hasta quemarse las alas, jugándose el alma en un abrazo prohibido; para quien conserva, incluso en el exilio, el fulgor de un rostro que lo redime  de toda condena. Que estos versos sean el testimonio de que el amor, cuando es verdadero, no conoce de infiernos ni de cielos: solo sabe latir… aun entre las espinas.