Ayer soñé que no era yo quien desperté creyendo ser, y al salir de ese letargo, por fin desperté.
Flotaba, sin pensamiento, sin cuerpo, solo energía, abrazando la vastedad infinita del universo.
Soñé que estaba soñando y, en realidad, estaba despierto.
Sin cuerpo, sin pensamiento, solo energía, sin frontera, sin nombre, pura energía en el vasto universo.
Entonces, si acaso soy eso, ¿es todo esto real, incluidos mis sueños?
¿Soy yo quien ahora escribe, o eres tú quien ahora está leyendo?
Si ambos existimos, ¿no somos prueba viva de que algo despierta late aquí?
Si entre sueños vivimos y entre realidades nos encontramos, nuestras realidades, ¿son acaso solo sueños?
Entonces, si vivir es despertar, como lo hace la noche tras el paso del día, surge una pregunta...
¿Qué es mejor: vivir atento, para luego partir con los deberes cumplidos…
o hacerlo eternamente dormido, creyendo estar despierto?
Algo que, por otra parte, puede estar ocurriendo ahora mismo.