_Mujer de tarde clara_
Por el río,
de oro lento,
se ha dormido
el corazón;
y en la orilla,
de tu aliento,
me desvelo,
por tu voz.
Ay, mujer,
de tarde clara,
pañuelo ,
en brisa va,
mi existencia
se hace sombra,
cuando ya
no estás.
Entre el vino
y la distancia
te nombro
sin pronunciar,
como el agua
que en la piedra
guarda un eco
sin sonar.
Si volviera
tu mirada
al umbral
de aquel trigal,
mi canto
se haría espiga
para en ti
solo brotar.