Me pesa el no saber defender todo
lo que jamás logré alcanzar.
Tan sólo quedan en mí, vagos
gritos desnudos, -y cada vez más
lejanos-, incapaces de ser sigilosos.
Así, mi vida, -\"mi viuda loca\", la llamo-,
decidió no abandonarme,
-
lo sé, porque digo sintiendo a mí lado
la suave melodía de su respiración,
incluso cuando estoy dormido -.
La mayoría de los días me despierta
encendiendo promesas y multitud de
logros a los pies de mi cama y yo,
la respondo: \"Déjame en paz, te lo ruego.
Sabes cuánto me cuesta decir
que te amo\"
Dolida, se cubre con su traslúcida
entidad,-de densa humedad-, para
lanzarse sobre mí, incapaz de llorar,
pues todavía es cosa que no ha aprendido.
Así es como dan comienzo todos y
cada uno de mis días, que desconozco cómo acaban.
Sólo sé, que me quedo dormido antes del llegar
de las noches, que son mi eterno castigo.