RETORNO A LA FARSA COTIDIANA
Volvemos al desfile de apariencias,
al gesto que simula la cordura,
al beso que disfraza la amargura
y al rito de las viejas obediencias.
Retornan los relojes sin clemencia,
la fila gris, la ley de la estructura,
el jefe con su voz de quemadura,
las sombras disfrazadas de decencia.
Se esconde el alma en trajes de oficina,
se archiva la verdad tras un discurso,
se mata el grito en cada sobremesa.
La farsa sigue fiel su disciplina,
vestida de rutina y de recurso,
con su collar de culpa y de pereza.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025