La elucidación del tiempo
Perpetuo será el tiempo, perdurable entre las cosas,
que acontece en cada rosa, que nace y va muriendo.
Frágil es la rosa como frágil es el cuerpo,
marchitándose en el tiempo va el alma enajenada.
Esquiva y solitaria que en el amor se regocija,
el reloj agita las cuerdas y da la hora señalada,
en que la rosa ya no es rosa, sino solo un cuerpo ajado,
pareciera que es pasado el tiempo en que embelleció la rosa.
Al desnudo ojo se viste pues el tiempo de constante,
ignora que su destino también es contemplado,
concebido y ornamentado su albedrío y su jornada,
como péndulo en la noche que inevitable acabará en el día.
La trama empieza y termina perpetua de luz y noche,
¿Qué Dios será entonces hecho de espacio y tiempo?
que ordena el universo minucioso y acabado,
que confuso ha dejado una veta liberada a la suerte.
De saberse que ni el tiempo precede al olvido,
de figurarse su existencia en contradicción con la nada,
de creerse que el destino magno que alcanza,
no ha de ser más que polvo perdido.
¿Quién recordará entonces la historia del tiempo?