Querer es fácil, amar no.
Querer nace del deseo,
amar nace del alma.
Querer te impulsa a tener,
amar te enseña a soltar.
Cuando uno quiere, busca ser correspondido;
cuando uno ama, se conforma con ver feliz al otro,
aunque esa felicidad no tenga tu nombre.
Querer es sentir que te falta algo,
amar es entender que no te pertenece nada.
Querer pide, exige, espera;
amar da, comprende y calla.
Querer se disfruta en los buenos días,
amar se demuestra en las tormentas.
Porque el que quiere se queda si todo es fácil,
pero el que ama se queda incluso cuando duele.
Amar no es prometer eternidades,
es acompañar en los silencios,
entender sin palabras,
y saber cuándo marcharse sin destruir.
El que quiere mira la belleza del cuerpo,
el que ama se enamora de las cicatrices.
El que quiere busca compañía,
el que ama busca conexión.
Querer es pensar “me haces falta”,
amar es decir “quiero que estés bien, aunque no sea conmigo”.
Y ahí, justo ahí, es donde duele más,
porque el amor verdadero no siempre se queda,
pero siempre permanece.
Amar no es vivir por alguien,
es vivir con alguien, sin perderte a vos mismo.
Querer puede llenarte por momentos,
amar te transforma para siempre.
Por eso hay tantos que quieren,
y tan pocos que aman.
Porque amar requiere valor,
renuncia, entrega, verdad.
Amar es mirar al otro y decir:
“no necesito que me ames igual,
me basta con haberte amado de verdad.”