EDGARDO

Ser y vivir

No es la dicha un destino de confines remotos,

sino el suave rumor de un presente abrazado;

un eco que resuena en los gestos devotos,

la gratitud que despierta cuando el sol ha asomado.

​Se teje en el disfrute de la breve respiración,

en el tesoro diminuto que el hoy nos regala.

Mira el corazón que crece, sin dique ni razón,

se atreve a la risa, sin miedo que lo acalla.

La esperanza le susurra: \"No temas el mañana,

que el amanecer es un lienzo aguardando su pincel.

Eres tú la promesa, la luz más soberana,

y el color de la vida aguarda tu pincel.\"

​No busques las grandezas, el oro más inmenso;

la verdad se esconde en el aleteo fugaz,

en el calor de la taza, en el aroma denso,

o en la melodía dulce que te encuentra en la paz.

La sencillez nos invita a contar las perlas dispersas,

los instantes más chicos, de luz propia y única.

Y si un nudo oprime el pecho, con penas adversas,

la libertad nos tiende su mano benéfica.

​Nos enseña a soltar la carga invisible y sombría,

a dejar ir lo que lastima, a despojarnos al fin.

Que el alma se haga libre, que encuentre su guía,

sin la sombra ajena que eclipse nuestro jardín.

​Y al final del viaje, cuando todo se aquieta,

la dicha es el camino, sin juicio ni espejo.

La paz es la certeza de ser, completa y discreta,

el arte de vivir, de sentir, el ser más viejo.