La tarde es un incendio de nostalgia y memoria
que va encerrando dentro de mi pupila
lágrimas de niebla; se evapora el dolor
tras la lejanía del momento.
La tarde es un vestigio del mar
su rabia ensangrentada mancha
la espuma del frío:
no sabe diferenciar entre lo cotidiano y la fantasía,
vivo atrapado en una mezcla de ficciones y realidades.
La tarde es una dulce sonrisa fingida
que suele borrar sus huellas dentro una taza;
el descafeinado símbolo del exilio
se ahoga lentamente y las olas de la realidad
me arrastran hacia la orilla del tedio y la desidia.
La tarde es la única constante que lucha
entre sí; un tira y afloja del destino
una larga vera de posesión y condenación.
La tarde es un incendio de nostalgia y memoria
y dentro de ella me quemo ante la adversidad
y la lejanía del momento.
Mis lágrimas de niebla se evaporan de mi rostro.