Cual si fuera una rosa (Sonatina)
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Inocente, valiosa , indefensa y ansiosa,
descubriendo mañanas cual romántica rosa
y otorgando a sus días inefable color.
Acogida en el seno de aventuras sin freno,
daba forma constante de lo propio y ajeno
aprendiendo del tiempo su profundo valor.
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Cada día un manojo de enramados instantes, 
devoraban las horas como bocas gigantes
y sirvientes de un paso dictador y muy cruel.
Cada día sumado daba inicio al siguiente
con la fuerza y el brío de un ansioso presente
que ofrecía al futuro dulces tarros de miel.
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Eran suaves los pétalos, todos ellos en mano 
del intenso perfume, que le daba al verano
y a las cálidas noches que esperaban atrás. 
Con el cielo cubierto de momentos de gloria, 
disfrutaba orgullosa su fugaz trayectoria
con el vientre repleto de quizás y ojalás.
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Su ilusión veraniega no tenía barreras, 
ni tenía en la mente coronarse de esperas;
se movía y crecía con total libertad.
A los ojos del mundo parecía invencible
vigorosa presencia, de final imposible,
mas los días cambiaron sin aviso de edad.
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Deshojando el otoño su sedosa armadura,
la firmeza dejaba de sentirse segura;, 
las doradas mañanas, arañaban su tez.
Las caricias de otoño parecían puntales
para no destruîr sus momentos vitales
y seguir resistiendo con total sensatez.
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Eran horas contadas, con la piel resistiendo
el embate del viento, bajo el clásico atuendo
del momento dorado, predispuesto a arañar.
Fueron soles cansados, asomándose pálidos, 
solamente siluetas de pasados escuálidos
y que andaban vestidos de manera dispar.
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Hoy el traje de invierno, descosido y ajado,
no será suficiente, no dará resultado
con el frío a las puertas de un gastado elixir.
Con la nieve rondando la reseca hojarasca 
de una rosa que aguanta toda débil borrasca 
va quedando apresado todo intento de huir.
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Toda fuente de vida, con la suerte delante,
va dejando estaciones con el tiempo expectante
cual si fuera la rosa, de mi viejo rosal .
Aparece el temor al saber que el invierno 
borrará de la mente todo instante materno
cuando diga la vida, “ha llegado el final” 
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Fotografía  Video y poema: Ramón Bonachí.