Balada del caballero y la dama.
Hijo de un noble inglés
de apellido y abolengo
miró en la costa antillana
unos ojos de fuego.
Ella, esclava silenciosa
de cabello liso y negro
llevaba en la piel morena
el fulgor de los secretos.
Dicen que el amor prohibido
despierta con más empeño
él le dio su nombre y causa
ella le dio su universo.
“Por ti abandono mis tierras
mi casa, mi padre viejo
por ti cruzaré los mares
aunque me borre el recuerdo.”
Y en Martinica dejaron
las sombras y los decretos
rumbo a Jamaica partieron
con amor por salvamento.
Allí el tambor les cantaba
su unión con documento;
él la llamó “mi señora”
ella le dijo “mi sueño”.
π
En Colón, cuando el oro llamó!!
Llegaron al istmo ardiente
donde el sol era de acero
y el tren silbaba promesas
por junglas y desiertos.
Era el tiempo del gran oro
en el norte del deseo
y del sudor en las vías
que unían mundos enteros.
Él trabajó en los rieles
ella lavaba pañuelos
el sudor fue su corona
la esperanza su sustento.
De su amor nacieron hijos
con la piel como misterio:
ni blancos ni negros puros
sino del Caribe entero.
Pero un día vino un sello
un mandato del Imperio:
“Llamamos al caballero
a servir bajo el estandarte regio.”
Se marchó sin despedirse
dejando cartas y besos
su nombre quedó en la brisa
su historia en los ojos nuestros.
π
Soy de ellos!!
Soy nieto del que amó libre
del inglés y la morena
de un pecado convertido
en raíz y en bandera.
Llevo en la sangre un océano
de mezcla y de resistencia
un tambor y un violín juntos
una herencia sin fronteras.
No sé si él volvió un día
ni si el rey lo recompensa
pero sé que en mi apellido
la libertad se recuerda.
Soy del trópico y del viento
de Martinica y Jamaica
de Colón, donde el mestizo
fundó su casa y su raza.
π
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