caballo negro

EL ESPEJO

Mire al espejo con calma y fijamente,

Y el reflejo también quieto se quedó.

Agité una mano suavemente

y el reflejo quieto se quedó.

 

No convencido aún movía la otra,

aún más suave, pausadamente,

y entendí que el reflejo era otra cosa,

pues sin moverse me miraba fijamente.

 

Curioso al fin, toque el espejo,

y la cosa de la mano me agarró

dejándome helado y perplejo.

 

Me jalo hacia ella y a mi aliento se amarro.

Vivo ahora en el espejo imitando todo;

después de que la cosa, mi alma desgarro.