Tengo unos deseos puntuales
que se condensan despacio,
son como el rocío que aparece
cuando la noche hizo lo suyo.
Tienen ese lenguaje nocturno
ese modo tímido y silencioso
de posarse donde no molestan,
como si cuidaran la paz
que se acomoda en el sueño
Yo pienso
que así habla la nostalgia:
bajito y a suaves palabras,
así cruza la línea del cansancio
a ese lugar limpio donde empieza el sueño,
y donde yo irremediablemente
termino por esperarte.
Porque así sos vos,
con esa forma tan tuya
de ser silencio,
de no mirarme nunca de frente,
de moverte siempre
con esa dinámica
propia de las sombras.
Y yo ahí,
haciendo lo mío:
quedarme callado,
viéndote,
yendo y viniendo
entre la duda y el deseo,
pero tan pendejo como siempre,
esperando alguna señal mínima
de que un día o noche de estas
algo por fin nos encuentre
en mismo sitio.
Pero la verdad,
creo que uno no hace nada
para no romper esa magia flaquita
que se sostiene quién sabe cómo,
entre vos y yo,
como una pluma ligera
que navega entre el aire
y la tierra.
Quizás es eso:
que somos fieles
a lo que nos toca.
Vos, esa mujer hecha
y edificada con estos
mil deseos míos que te forman;
y yo, esta brisa torpe
que siempre gira a tu alrededor
pero todavía no se anima
a enredarse en tu cabello.