El desequilibro me produjo un espanto terrible: la idea.
Y la idea despertó en mí un sentimiento confuso: la ignorancia.
Y al saber que ignoraba yo…
(Como si fuera una serie de circunstancias paralelamente secuénciales.)
Con un miedo temible supe que era la razón, y fue cuando sentí una tristeza absoluta.
La conciencia se había adentrado a mi cabeza.
Las hojas de los árboles eran verde, y eso era lo que era.
—Alexandra Quintanilla Toledo
Octubre 2025