El Corbán

EL MIEDO DEL VALIENTE

Cuando el día os halle en su hora certera,

no temáis la suerte, que nunca es sincera;

no es don del azar, ni dádiva incierta,

es puerta del deber que el alma despierta.

 

No rehuyáis el mando por miedo infecundo,

pues quien lo teme se borra del mundo;

mas no seáis déspotas del destino,

pues el poder prueba al más divino.

 

Sed firmes, hijos, mas nunca altivos,

que el justo guía, los otros son cautivos;

y al fin del mando, tras gloria y herida,

solo el humilde conserva su vida.

 

Yo tuve el cetro, lo alcé con locura,

y en su fulgor perdí mi ternura;

hoy sé, doliente, que el mando no miente:

no hay mayor ruina que un alma insolente.

 

Si llega el día y el mando os reclama,

recordad mi sombra, mi culpa, mi drama;

y al soltar el poder, con calma silente,

que os quede el respeto… no el miedo de la gente.